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El bullying es una danza circular, una danza que se fortalece cuanto más se solidariza el grupo con el bully. Mientras el poder va pasando de unos a otros (unas veces está en el bully, otras en el grupo y otras en la víctima), todos son dañados. También los padres y los profesores. Después de entrevistar a un gran número de niños y jóvenes que habían tenido experiencias de intimidación por parte de un compañero, o que ellos mismos habían intimidado a otros, no sorprende cómo un bully podía acabar convirtiéndose en víctima del grupo, cómo una victima de pronto se convertía en verdugo, o cómo era ella la que por momentos controlaba al grupo desde su posición de inferioridad, actuando incluso a veces de un modo provocador. Por esa razón, y porque se trata de un problema complejo y multifactorial, hablar de bullying como si se tratara de disciplina no es acertado.​

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¿Cómo hemos llegado hasta aquí?

​La razón más poderosa es que las nuevas generaciones se pueden acostumbrar a trivializar la violencia. por ejemplo el caso de Laura, una estudiante de trece años que destaca en su grupo por sus notas y por ser una adolescente bellisima, y que se siente cada vez más odiada por unas compañeras que le hacen el vacío. La tiene que acompañar al colegio su hermana mayor, porque teme ir sola. Confiesa tener miedo a varias de sus compañeras, que, tras encerrarla en la sala de música, le destrozaron la mochila y los libros. Cuando finalmente se habló con las agresoras, dijeron que lo habían hecho porque se trataba de una apuesta.

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¿Cómo detectar el Maltrato Físico?​

El maltrato físico muestra una violencia evidente y es por lo tanto más fácil de detectar. Suele haber lesiones que los padres, tutores o cuidadores intentan confundir con lesiones accidentales. Se trata de hematomas, fracturas, quemaduras, heridas cortantes...

Los factores que hacen sospechar que ciertas lesiones no son accidentales son las discrepancias entre el relato de lo acontecido y las lesiones que se observan. Por ejemplo, ante lesiones en ambos lados del cuerpo del niño, los padres aseguran que el niño se las hizo cuando cayó de la bicicleta; o también es revelador el hecho de que tarden en acudir a la consulta desde el momento del accidente; o que los padres, si bien se muestran dispuestos a colaborar, no muestran angustia ante la magnitud de las lesiones, cosa que sí ocurre con los niños accidentados.

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La Danza Circular

¿Cómo observar los efectos del maltrato emocional en niños que entran en la dinámica del bullying?
No es fácil observar los efectos del maltrato emocional en niños. Cuando son pequeños, hay que prestar atención al vínculo de apego entre el niño y el adulto, los bajos niveles de adaptación y funcionamiento social, las dificultades para establecer vínculos amistosos. Cuando son mayores, prevalecen los problemas con los iguales y con la comunidad, problemas de comportamiento, trastornos en el plano cognitivo y en la resolución de situaciones problemáticas.
A menudo, los estados de tristesa y depresión, baja autoestima, inestabilidad emocional, temores y síntomas físicos, que denotan falta de progreso, perdida del apetito, insomnio, son señales que habría que tener en cuenta, así como mostrarse muy cauteloso ante el contacto físico con otros adultos, o reaccionar con conductas extremas, miedo a sus padres, a volver a casa, a que terminen las clases.

Zonas Calientes...

El bullying no hay que circunscribirlo sólo a las aulas, también se produce fuera y como una extensión de lo que ya ocurre adentro. por ejemplo es común que si el bullying y la victima son vecinos, las intimidaciones no solo se produzcan en el patio, en los pasillo o en los baños, sino también en el barrio, o más aún cuando hay enfrentamiento de bandas.

El patio del colegio debería tener monitores cuando los estudiantes no están en clase, ya que es el ambiente de juego el que puede impedir que la violencia se perciba con nitidez. En ocasiones el grupo se une en estos espacios al líder negativo para ejercer una violencia impersonal, haciendo pasar como un simple descuido una agresión física, o un mote hiriente y una amenaza como un intercambio de palabra. Situaciones que suelen reproducirse no solo en los recreos, sino también en los pasillos y en los cambios entre clases.

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